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Acqua alta. (Planeta Emecé, 2009)

Pablo y Chiara se conocen por casualidad en la ciudad de Venecia y dan lugar a una turbulenta historia de amor, súbitamente interrumpida por una tormenta que amenaza con hundir la ciudad. Esta sencilla anécdota se transforma, en la novela más experimental de Pablo Torche, en un viaje a través del tiempo y la historia de la literatura, en el cual la improvisada pareja se transforma sucesivamente en héroes o antihéroes románticos, personajes de una novela de caballería o un par de atormentados amantes atrapados en un castillo gótico.

Interminable ejercicio de estilo o tour de force literario, en el cual resuenan las páginas de autores tan diversos como Shakespeare, Joyce, Borges o Bolaño, Acqua alta es también un juego de identidades a través del cual se exploran los discursos del amor y el deseo, siempre en la búsqueda de una forma expresiva que permita alcanzar al otro.

La crítica ha dicho:

Los Pablos y Chiaras de Acqua alta –y éste es un hermoso riesgo que asume el autor- son de por sí seres proteicos, sobre todo las mujeres, sucesivas y temibles melusinas, nadjas, beatrices (dantescas y borgeanas) que en casi todas sus apariciones conforman un discurso humorístico, pienso que muy inteligente, sobre el eterno femenino, la virgen y la puta, pero también, de manera más solapada, sobre los propios discursos masculinos que la rondan.  Lorena Amaro

Para poner un poco de orden tal vez conviene aclarar que la novela es, al mismo tiempo, un juego y una experiencia. Podemos, es cierto, dejarnos seducir por su prosa precisa y por el tácito desafío que impone a nuestra vanidad –dime cuál es el autor detrás del cual me estoy escondiendo ahora, adivina, si es que lo sabes–, y reconoceremos a cada paso la trampa que algunos capítulos esconden: trampa Shakespeare, trampa Borges, trampa Bolaño, trampa Bernhard. Pero prefiero leer Acqua Alta como una experiencia, la experiencia indecible del amor que Pablo, tal vez, siente por Chiara y que quizá, en una de esas, Chiara siente por Pablo. Vista de ese modo, la novela quiere ser la multiplicación de un lugar común en el que todos los lectores nos hemos encontrado alguna vez, cuando descubrimos en un poema o en una narración entrañable la descripción precisa de una emoción a la que no habíamos podido darle nombre con anterioridad. Salvo que esta vez esa emoción es el amor, del que tanto hemos oído y del que tanto hemos hablado. Ignacio Álvarez

En Acqua alta abundan larguísimos pasajes que sólo dan cuenta de la fijación del autor por el lenguaje, en desmedro, claro está, de la agilidad dramática. Juan Manuel Vial.

El agua, circulando a raudales por Venecia, genera una sensación de ahogo y opresión ante la cual los protagonistas buscarán instintivamente rebelarse. Y su vía para hacerlo es el erotismo. En este contexto, la concreción o no del encuentro sexual es una de las variantes a considerar en las distintas versiones. El deseo es uno de los impulsos que mueven a Pablo y Chiara, y se transforma en la guía de sus pasos a través de las inundadas calles de Venecia. En el deseo se pierden, se encuentran y se reconocen. Izaskun Arrese

En su reciente novela Acqua alta, el escritor Pablo Torche señala, por boca de un alter ego, que la vida consiste en “buscar a alguien a quien amar” para luego “aproximarse a ese alguien en la oscuridad, temblando de terror..”  Tiro la espeluznante frase sobre la mesa…. Vicente Montañés